La crecida ola de la derecha en el mundo

Carlos Martínez Assad

Tres golpes fuertes enmarcan la avalancha del conservadurismo en el mundo, el de la renuncia a la candidatura demócrata del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el 21 de julio, ha dejado un vacío en el equilibrio de fuerzas para el futuro. En el debate presidencial previo con el expresidente Donald Trump el 27 de junio, éste se impuso no por la calidad de los argumentos de alta política sino por su golpeteo sin propuestas de gobierno y, para colmo, la Suprema Corte le concedió inmunidad en su llamado golpista para el asalto al Capitolio.

El otro golpe es el propinado contra el gobierno socioliberal del presidente de Francia, Emmanuel Macron, emplazado por la extrema derecha en las elecciones legislativas recientes. El avance temido de Marine Le Pen alcanzó una victoria singular en la primera vuelta, con su partido Agrupación Nacional (RN), al alcanzar 32% de los votos en la delantera del Nuevo Frente Popular de Izquierda (NFP), que apenas alcanzó 28% de los comicios dejando el bloque centrista del presidente en un tercer lugar con apenas 21%.

Así, el partido ultraderechista pidió el voto al conjunto para alcanzar la mayoría absoluta y llevar a su líder Jordan Bardella al cargo de primer ministro, en el gobierno de cohabitación que podría establecerse. La segunda vuelta, sin embargo, echó por tierra esas intenciones, aunque no fue en respuesta al gobierno republicano de Renacimiento para frenar la ultraderecha como pidió Macron y, por sorpresa, la izquierda avanzó desplazando a su partido al tercer lugar.

Lo ocurrido en Francia no es sino la manifestación de algo más fuerte que se extiende por varios países de Europa, unidos por su ideología derechizadora que, entre otras intenciones, tiene la de frenar la llegada de inmigrantes procedentes de Asia y África. Influido el mundo por lo que se ha dado en llamar las nuevas narrativas en las que pesan más las palabras que los hechos, tal como lo hacen algunos líderes políticos, jefes de Estado y organizaciones.

Como sea, prevalecen los criterios racistas, haciendo recaer en musulmanes y negros las causas de los problemas sociales en los países de Europa y de Estados Unidos. El discurso en nuestro tiempo se ha convertido en un factor de peso como no lo había tenido previamente, no porque no lo fuera en otros tiempos, sino porque ahora desplaza el conocimiento por la palabra vana.

En las elecciones del Parlamento Europeo del 10 de junio, de los seis países fundadores del proyecto comunitario, cinco –Italia, Francia, Países Bajos, Bélgica y Alemania– registraron un avance implacable las formaciones ultras, al igual que ocurrió en Austria.

Se confirmó el auge de la extrema derecha en una tormenta política que se complementa con la dimisión del primer ministro belga, Alexander de Croo, y la preocupación latente ante el futuro incierto del proyecto comunitario. Del total de 720 escaños que integran el Parlamento de la Unión Europea, alrededor de 497 pertenecerán a las fuerzas de corte conservador o ultra, mientras las formaciones socialdemócratas, las “verdes” y anticapitalistas registraron retrocesos generalizados, y la izquierda avanzó un poco.

Algún optimismo se desprende de que el Partido Popular Europeo (PPE) fue el más votado, con lo que revalidará su condición de partido hegemónico, con 189 diputados. El grupo Renovar Europa (RE) obtuvo 83 diputados, por lo que Conservadores y Reformistas, que tienen como principal baluarte a la presidenta del Consejo de ministros de Italia, Giorgia Meloni, sumó 72 eurodiputados. Hay que recordar que ella propuso el bloqueo naval para frenar la inmigración, y no ha ocultado sus simpatías por el fascismo, llegando al extremo de manifestarse en contra de los derechos LGTB.

En 2021 firmó la Carta de Madrid, dada a conocer el año anterior, que calificó a los grupos de izquierda como enemigos de Iberoamérica, porque los considera “involucrados en un proyecto criminal” bajo “el paraguas del régimen cubano” (¡¡¡). Los partidarios de Identidad y Democracia de Marine Le Pen, alcanzó 58 representantes. Además, el bloque de la derecha se quedó con los 45 escaños de los diputados no inscritos a ningún grupo, entre ellos el partido ultra Alternativa para Alemania, que fue expulsado de ID por sus posturas frívolas en torno a los crímenes nazis.

Finalmente están otros 50 diputados de partidos emergentes, que hasta ahora no se habían presentado a los comicios y que proceden de grupos conservadores. Las fuerzas extremistas más afines a Rusia, la del húngaro Viktor Orbán, la de Le Pen y la Liga de Matteo Salvini, se han aliado para convertirse en la tercera fuerza de un Parlamento Europeo muy fragmentado.

El avance de la extrema derecha, en menor o mayor grado, impactó también a países como Croacia, Grecia, Portugal, Bélgica, Austria, Bulgaria, Malta, Países Bajos, Rumania y Suecia. El bloque de la izquierda quedaría con 223 representantes, liderado por la segunda fuerza del Parlamento: la alianza de partidos socialdemócratas, con 135 diputados. Los Verdes tienen 52. El grupo de partidos anticapitalistas y comunistas, que consiguieron 36. En España, los conservadores del Partido Popular (PP) ganaron las elecciones y consiguieron 22 escaños, contra 20 para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del presidente del gobierno Pedro Sánchez que, sin embargo, resistió frente a los vaticinios de las encuestas, que auguraban un desplome de sus preferencias.

El partido de extrema derecha Vox llegó en tercer lugar con seis eurodiputados, seguido por la coalición de fuerzas independentistas ahora Repúblicas, con tres, la alianza de izquierdas Sumar –socia del gobierno central–, con otros tres; la fuerza emergente de corte populista de derechas, Se Acabo la Fiesta, con tres. Finalmente, Podemos tendrá dos diputados, Junts per Catalunya, uno, y el Partido Nacionalista Vasco, uno.

Los grupos de centro retuvieron una mayoría en el Parlamento Europeo, pero avances de partidos de ultraderecha en Francia y Alemania plantean interrogantes sobre cómo podrán las grandes potencias de la Unión Europea manejar la política en el bloque. De ahí la pertinencia de las palabras de la que está llamada a ser reelegida en la presidencia de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, quien advirtió: “Construiremos un bastión contra los extremos de izquierda y de derechas”. Está por verse si puede lograrlo.


Publicado en Proceso, el 4 de agosto de 2024.

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Seminario Universitario de Culturas del Medio Oriente Universidad Nacional Autónoma de México