Si algo han dejado claro los conflictos internacionales de las últimas décadas, es que, pese a la retórica de los grandes principios, la política internacional sigue moviéndose de manera primordial por los intereses de Estado y la competencia geopolítica. Ejemplos de esto podemos observarlos en Libia, Siria, Irak y Afganistán, pero es especialmente evidente en el manejo político y mediático que han tenido dos conflictos aun activos, la Guerra de Ucrania y la Guerra Civil de Yemen, poniéndose todos los reflectores en la primera debido a la participación rusa, mientras que la segunda es constantemente relegada a una mera nota curiosa.