Las guerras interminables en Sudán

Las guerras interminables en Sudán

Fuente del mapa: https://moisesbittan.com/sudan-del-sur-secesion-y-utopias/

Carlos Martínez Assad

El 2022 fue un año difícil para Sudán, si pudiera sostenerse que no está ocurriendo algo peor. Entonces grandes manifestaciones provocaron decenas de muertes y miles de heridos, además de cantidad de desapariciones forzadas. La causa fueron los grupos milicianos del Estado de Darfur Occidental.

Sin embargo, lo mismo podría decirse de años previos, porque los combatientes tribales, religiosos y por diferentes intereses se han manifestado en un país donde el Estado no es sino una intención. Los combates estallaron desde 2003 cuando los rebeldes africanos se quejaron de la discriminación sistemática y se alzaron en armas contra el gobierno de Omar al Bashir.

Vale recordar que el 54° Estado africano surgió al finalizar 2010 con la división de Sudán, con el supuesto acuerdo de 4 millones de personas. Con una población mayoritariamente cristiana se votó para poner fin a una guerra de 20 años con el norte musulmán, creándose Sudán del Sur. Apenas en 1956 el país se había independizado del Reino Unido, que mantuvo artificialmente una colonia con dos unidades diferenciadas. Dos millones de muertes arrojó la guerra civil entre 1973 y 1983, con una prolongación hasta 2005 y una considerable pérdida de cristianos.

La pobreza extrema no se corresponde con sus enormes recursos naturales, y al parecer el problema más grave es que el petróleo se encuentra en el sur y la infraestructura en el norte. Cuenta además con millones de cabezas de ganado y la mayor reserva de oro de África. En medio del territorio se encuentra Darfur, con hidrocarburos, pero donde la población padece hambre crónica y millones de personas apenas cuentan con un dólar para su supervivencia.

En los inicios de 2006 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas pera los Refugiados informó que, a causa de los conflictos étnicos en la región de Darfur, 20 mil personas se desplazaron hacia Chad y en el este de Sudán se encontraban 220 mil refugiados, con campamentos que destacan en el paisaje.

En la guerra en ciernes este abril de 2023, los bandos en pugna son las Fuerzas Armadas Sudanesas, de Abdel Fattah al Burhan, presidente del Consejo Militar Transitorio, y las Fuerzas de Apoyo Rápido de Mohammed Handan Dagalo, también conocido como Hemedti. Ambos complotaron y fueron responsables del derrocamiento del dictador Omar al Bashir, quien permaneció en el poder entre 1993 y 2019. Por los numerosos muertos civiles registrados durante su mandato, Bashir tiene un juicio abierto en la Corte Penal Internacional. Acusado de genocida y pese a tener una orden de aprehensión, se mantuvo en su cargo hasta que fue derrocado. Lo increíble es que se le acusa de ser responsable de la muerte de 300 mil personas.

Poco importa que la alianza inicial entre los dos primeros se rompiera cuando Burhan dio un golpe para quedarse con la Presidencia del país en 2021, la política no exime del drama social que se ha vivido allí porque, además del elevado número de muertos del periodo previo, hay 2 millones 500 mil desplazados por el conflicto de Darfur, una región que desde hace varios años figura por su hambruna extrema.

Según el Programa Mundial de Alimentos, viven en desnutrición 600 mil niños. Este organismo de Naciones Unidas ha reducido a la mitad las raciones de comida que entrega a 550 mil refugiados. Sudán enfrenta niveles altos de inseguridad alimentaria y se considera que una cuarta parte de la población ha padecido hambre. Según Amnistía Internacional, las regiones de Darfur, Jartum, Kassala y el Nilo Blanco registraron el mayor número de personas con hambre, más de 11 millones sufren inseguridad alimentaria, de las que 3 millones se encuentran en situaciones de emergencia.

Para el mundo nada de esos aspectos trágicos parecen suficientes si apenas hace unos días una avalancha se produjo entre personas a la espera de recibir ayuda en Afganistán, provocando la muerte de más de 70 personas. Los más pobres buscaban subsistir, y fueron al encuentro con la muerte.

En la violencia reciente, los muertos en Sudán suman 413 personas, según la Organización Mundial de la Salud, y se cuentan ya mil 800 heridos. Expertos de la ONU han detectado violaciones a los derechos humanos, violencia sexual contra mujeres y niñas, incluida la violación colectiva. Los cadáveres siembran las calles de Jartum. Sudán ha recibido a miles de refugiados de Sudán del Sur y, según la ONU, seguían llegando de Etiopía y de la región del Nilo Azul.

Pero la política sigue sus propios intereses: el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, advirtió que el grupo mercenario Wagner de Rusia busca agravar el conflicto de Sudán, lo que se explica porque Rusia quiere establecer en la costa sudanesa en el Mar Rojo una base militar semejante a la de Latakia. Juega a tres bandas en la mesa de guerra, porque recibe toneladas de oro de Sudán, que intercambia por armas y luego invierte las ganancias en la compra de drones a Irán para, a su vez, combatir en Ucrania.

Blinken también mencionó que Wagner está activo en Malí y la República Centroafricana, además de que también ha participado en la invasión rusa a Ucrania. Piensa que ese grupo mercenario “simplemente trae consigo más muerte y destrucción” dondequiera que esté involucrado. El secretario de Relaciones Exteriores de Kenia, Alfred Mutua, señaló igualmente que Egipto y los Emiratos Árabes Unidos han respaldado a los generales en guerra de Sudán.

La influencia de Estados Unidos ha desaparecido y ha dejado el norte de África a los intereses rusos, tal como sucedió desde la creación de la presa de Asuán entre 1959 y 1970. Ahora, bajo su manto protector, Sudán y Egipto observan la construcción de la presa Renacimiento en Etiopía que puede acabar con las fuentes del Nilo que permiten beber a más de 100 millones de egipcios y a unos 50 millones de sudaneses, sin imaginar lo que puede suceder en el futuro.

Por su parte, países vecinos del Golfo, Turquía, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes, mantienen fuertes vínculos con los dos grupos enfrentados en la guerra. Y resulta difícil prever una guerra civil sin que Rusia esté involucrada, sobre todo para apoyar a las fuerzas de Burhan. Por increíble que parezca, el fuego de las guerras puede alimentarse también de las regiones más pobres.

*Publicado en Revista Proceso, núm. 2426, el 30 de abril de 2023

Administrador

Seminario Universitario de Culturas del Medio Oriente Universidad Nacional Autónoma de México

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