Carlos Martínez Assad
A la memoria de un gran maestro
Como
cada año, el pasado 20 de junio se conmemoró el Día Mundial de los Refugiados.
Apenas el 9 del mismo mes falleció el sociólogo y maestro francés Alain
Touraine, quien había nacido el 3 de agosto de 1925 en Hermanville-sur-Mer,
Francia. El título de este artículo corresponde a su libro publicado en 1996,
que busco relacionar con los refugiados, sujetos de la sociedad, como él les
llamó. Nada sencillo como lo puso en evidencia con la incredulidad a la que
lleva los signos de interrogación. Producto de una profunda reflexión teórica,
se trata de un libro resultado de varios cursos en los que pudo dialogar con
alumnos y especialistas de diferentes culturas. Su pensamiento era ya de plena
madurez de un itinerario que en el inicio en la década de 1950 le llevó a
estudiar a la clase obrera en Chile, con una observación directa en el sector
minero, en las minas de Huachipato y Lota.
Nunca
abandonó su interés en ese país, de tal forma que a raíz del golpe de Estado
contra el presidente Salvador Allende en 1973, le dedicó su libro Vida y muerte
de Chile Popular. En Francia ya había publicado el libro fundacional de
Sociología de la acción en 1964, preámbulo de una obra fundamental El
movimiento de mayo o el comunismo utópico, donde dio cuenta de lo
acontecido en 1968 y abrió de forma definitiva el estudio de los movimientos
sociales que se encargó de precisar conceptualmente, estableciendo sus bases
teóricas; y creó una escuela seguida por muchos de sus alumnos.
Atento siempre a la sociedad y a los cambios que observaba, vivió y estudió de cerca la génesis y dio seguimiento al sindicato independiente Solidaridad, en Polonia. Fue de los primeros que dio importancia al liderazgo de Lech Walesa, que en sus inicios resultaba difícil de entender por el prejuicio y la superficial calificación de movimiento conservador que, sin embargo, resultó preámbulo de la caída del régimen comunista y de la Unión Soviética, marcado por el derrumbe del Muro de Berlín en 1989. Asimismo, como otros de los grandes intelectuales, buscó entender acercándose al movimiento del EZLN en Chiapas en 1994, expresando su asombro por esos actores difíciles de imaginar en la sociedad posindustrial, de la que fue teórico destacado.
En el
libro que inspira este artículo afirma que “para vivir juntos y seguir
siendo al mismo tiempo diferentes, respetemos un código de buena conducta, las
reglas del juego social”. Una formulación que parece simple, nos pone ante
la complejidad de las sociedades actuales, si “reconocemos la presencia de
culturas diferentes de la nuestra, su capacidad de enunciar un discurso sobre
el mundo, el ser humano y la vida, y la originalidad de esas creaciones
culturales nos impone respeto y nos incita además a conocerlas; pero no nos
permite comunicarnos con ellas, vale decir, vivir en la misma sociedad que
ellas”.
Su
reflexión por profunda, se adelantó a formular la alianza del “liberalismo
económico y el nacionalismo cultural” cuando las luchas sociales han
llevado a la democratización, aunque veía el fin de los regímenes totalitarios
en las nuevas sociedades industriales. Sin embargo, en su amplia disertación,
lo que importa destacar es el enunciado de la sociedad multicultural, que debe
ser “una sociedad jurídica e institucionalmente fuerte”.
Y en el mismo mes de junio, una nueva tragedia de los migrantes tuvo lugar. El 15 se hundió en el Mediterráneo, frente a las costas griegas, cerca del Peloponeso, una embarcación que llevaba entre 500 y 750 personas a bordo, cifra imposible de precisar porque no hay registros. Se han encontrado 79 cuerpos y la ACNUR supone que continúan desaparecidas 500 personas, de las cuales 100 son niños.
No
tiene mucho sentido continuar las cuentas de esas pérdidas en esa región del
mundo porque no hay modo de detener a quienes arriesgan todo para llegar a un
país que les de seguridad, sin adivinar las dificultades de un proceso que
suponen les permitirá integrarse a una nueva sociedad. Sólo en lo que va de
este año 70 mil refugiados y migrantes han llegado a los países europeos por la
misma ruta. Es inaceptable que, aunque la embarcación fue fotografiada por un
guardacostas, no la detuvo ni hizo lo consecuente para poner a salvo a toda esa
gente que, se sabe, son víctimas de traficantes que les hacen pagar alrededor
de cinco mil dólares y ni siquiera les proporcionan un salvavidas que les dé
una mínima seguridad.
Quienes
toman el riesgo están tan desesperados que no atienden o desconocen el hecho de
que desde 2014 se han ahogado en el Mediterráneo 30 mil personas. Y solamente
en los meses transcurridos de este año han muerto en sus aguas un mil 166
migrantes. Y a saber qué país podrá acogerlos porque cada vez se habla menos
del derecho de asilo y Grecia planea reforzar su valla fronteriza con Turquía y
los controles en alta mar. En la primera vuelta de las elecciones
parlamentarias del pasado 21 de mayo, casi 55% de los electores aprobaron las
deportaciones del primer ministro Kyriakos Mitsotakis, del partido conservador
y de los ultraconservadores.
El
gobierno conservador del partido Nueva Democracia responsabiliza a los
traficantes de personas de hacinar a los refugiados en barcos inservibles. Sin
embargo, Stelios Kouloglou, eurodiputado del partido de izquierda SYRIZA opina
que, además de los traficantes griegos, “también es culpa de los estados
europeos y políticos, como la primera ministra italiana Giorgia Meloni, que no
quiere aplicar medidas de solidaridad que compartan la carga de los flujos de
refugiados inmigrantes”.
Los
emigrantes por supuesto no saben lo que les espera en el país que los acoge,
pero no les importa y menos que se trata de un proceso tan complejo como el que
se extrae de la lectura del libro de Touraine. Cómo lograr vivir todos juntos
con culturas diferentes, en un mundo tan cambiante si, como afirma ACNUR, hay
108.8 millones de desplazados por la fuerza en el mundo. Registra 35.5 millones
de refugiados, de los que 5.4 millones son palestinos, que ya son superados por
los sirios que suman 6.5 millones, le siguen los ucranianos con 5.7 millones y
una cantidad semejante de afganos, de los que en México viven 900, con una
pluralidad de 118 nacionalidades. Por lo tanto, la pregunta mantiene las
interrogaciones.
*Publicado en Revista Proceso, núm. 2434, el 25 de junio de 2023.